Celebro entonces mi salud, mi fuerza, ¡mis ganas de quererme!
Y también, en éstos días, en los que me baña mi luna roja*, mi esencia dadora de vida, mi menstruación mamífera, celebro la sangre que recorre mis piernas porque en ellas está la gracia de la luz*. Y no importa que cuando hable con otras mujeres, incluso, me miren con mirada desconfiada de mi cordura. Celebro querer transformar la imagen del "dolor" que se nos ha impuesto desde siempre, a cerca de todo el ciclo femenino; verlo desde lo sagrado, dando tiempo a las emociones y a los cambios físicos de este cuerpo hermoso, pesado y tranquilo que me habla y me dice que no puede ser eso de que, durante tantos años en mi vida haya tenido y vaya a tener más adelante, unos días especiales
Celebro mi condición de hechicera, de bruja, que se alegra de su sangre (de su color, de sus formas, de su olor, de su lenguaje) y convive con los espíritus de la Madre que nos dan momentos de puro amor y éxtasis con el Todo*.
Celebro mi condición de mujer cíclica.
Celebro que la Diosa Luna rija mis días y los convierta en un mundo de mirar hacia dentro.
¡Celebro la vida!
Y que tú estés ahi, leyendo esto...
Gracias.
1 comentario:
Hola :).Gracias por tu visita.
Linda entrada.La vida es existencia por siempre, hasta la muerte es vida.Somos eternamente infinitos.Lindo dia.Namaste.!!
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