Tengo el vientre rojo y las palabras maldichas secándose al sol desde mi lengua. El viento me despeina esta cara de gata recelosa que se me queda de a ratos. Veo círculos mientras camino, con una mota invisible en el iris izquierdo de mi ojo cansado. Y joder, las cicatrices pican, me rasco y entonces duele.
No sé qué pasó con el bosque frondoso que me atrapó de golpe. Waslala estaba allí, adherida a mis pies como a mis huellas; pero no supe encontrar el camino de vuelta, ni para avanzar, ni para retroceder... Perdí los mapas, de ése lugar sin mapas, y las paciencia.
Quiero bañarme desnuda en una bañera llena de flores, y no trabajar.
No quiero trabajar
no quiero trabajar
noquierotrabajar
noquiero
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