Desnuda también de palabra.
Rabiosa, insolente, deslenguada.
Creando castillos en una mota de aire, con los ojos cargados de mapas.
En un campo de batalla creado por mis fantasmas. Creado por la complacencia, por lo estúpido del vivir, por todas esas cosas no resueltas de un presente que no he vivido y que ya pasó. Creado bajo este sol y este cielo, que bien pudiera ser luna e infierno. Luna de misterio... Como las respuestas.
No tengo don.
No tengo maneras de decir lo que siento sino es con un montón de mentiras como estas. Un montón de palabras ahí juntitas formando galaxias, que son bien lejanas a mi sentir; siendo en realidad las únicas que puedan crear lazos y puentes.... Las únicas y más vivas semillas de esta ciénaga.
No encuentro otra razón, ni otra forma. No encuentro otra pasión, ni otro querer.
Así de desnuda y de enferma.
Así de entregada... ¿Entiendes? Como el ansia del enfermo por la luz.
Y otra vez mi dualidad... ¿ves? Acaparando las líneas de mi mente. Acaparando los espacios de mi corazón que bombea y crespita, si, como el fuego, y casi se quema de quererte... ¿No lo ves?
Te quiero.
Te quiero y quiero que me quieras. Mil veces quererte... Y mil y una queriendo.
Y ojalá lo hicieras libre, como canta el Kutxi. Ojalá lo hicieras desde bien adentro... Aun con tus fantasmas. Aun con tus miedos. Aun con tus manos de papá oso, pasivo y alerta.
Que me sorprendas,
que me anheles,
que me reconozca y me sepas.
Y no me pidas palabras porque yo soy pintora de espejos,
monologuista de sueños,
cuentista de miedos.
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