Jadeo, y a ratos escucho un pitido en el pulmón, parecido a un tictactictac de un reloj puesto en marcha hace demasiadas horas, que pesa kilos de asfixia y de derrota, y se difumina conforme el sol se aleja. Jadeo y cierro los ojos para perderme en esos momentos en los que no soy más que un montón de huesos y carne, cansada, adormecida, dejándose ir... dejándose mecer por unas rodillas un tanto enclenques y torpes... Meciéndome más fuerte cuando siento que tiemblo y la espalda se aqueja, como lo hace el cuello, las dudas, el futuro.
He mordido una fruta que parecía sabrosa y exquisita, dulce y deliciosa como pocas en éste mundo, pero que ha resultado demasiado dura para mis dientes de loba. He perdido por el camino mucha esperanza y muchas penas, y un hilito de sangre espesa de mi garganta. Oh, mis colmillos...
Qué miedo tengo...Y cómo pesa en las manos cuando ni siquiera sé hacia dónde puedo mirar y agarrarme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario