Explotaenlacara*

Qué cosas.
Una va con una burbuja de jabón en mitad de una atmósfera densa y cálida, aguantando todo lo que conlleva eso, a saber: que al andar no se le explote la inmensa burbuja de arcoiris brillante, y acabe después cubierta de jabón, sin que nadie pueda verla, quedandose por siempre repleta de espuma;  que no le entre el nervio y se le escape, y no tenga escalera para subir... O que en un abrirycerrardeojos, la burbuja se rebele y se le cuele encima, atrapándola dentro...
Y en ésas iba, bien atenta, cuando al llegar al lugar donde debía depositar con ternura la burbuja de jabón, encontró que no habia más que un silencio de agujero negro. Que no estaba la contraseña escrita en ningún papel. Que no habia ningún dibujito en la arena o un asteoride... Que todo era un silencio de eco y sombras.
Y se paró en mitad de la nada, en ésa atmósfera cálida y densa, repleta ahora de un frío vertebral, con sus manos llorosas, como quejosas, y la burbuja bailandole las ilusiones.
Qué boba, se dice. Qué niñita pavota estás... Y no se mira en el reflejo de jabón de la burbuja inmensa, el mismo que parece querer llorar, por miedo a empezar a temblar y no poder parar. Y entonces... Entonces va y la suelta... La lanza al aire, la deja libre. Se va. Y mientras lo está viendo, da un paso atrás, asustada de su propio impulso; asustada de si, aturdida de si. La ve deslizarse despacio hacia arriba... Muy muy despacio. En esa capa de calor y densidad, de asfixia y quemazon. Cierra los ojos de pronto, deseando, por segundo y medio, que venga y la atrape y la lleve hacia arriba lejos de la senda que pisa... Pero los abre y su burbuja preciosa, contenedora del arcoiris que iba a regalar,  ya no está.