Eva, mi dulce Ivi, aquella realidad (i)real de mi cabeza, de mis dias... La que está más allá de todos, nada más entrar por la puerta me ha tirado un jarrón a la cabeza. Yo, dolorida, cansada, llegando del trabajo, le he mirado desconcertada y ella, abrumadamente triste y algo furiosa ha girado tras de si y se ha esfumado de mi vista sin que pudiera terminar el parpadeo. Y claro, me he quedado temblando, agachada, recogiendo los pedazos...
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