Tus manos acercándose más al abismo de algo irreal que inventamos.
Recuerdo también las risas, las carcajadas a pulmón abierto y tu mirada protectora quitándome el frío.
Cómo te reías de mí... Maldito. Y cómo me gustaba verte tan feliz.
Cambiamos de rumbo en cinco minutos y éramos libres y algo salvajes detrás de aquellas chaquetas de "rebeldes con causa". Cómo me gustaba la rubia... aquella de dos ruedas que nos llevaba a todos lados.
La misma que te quitó la vida. Menuda ironía... Aquella misma que nos daba tantas risas y tantos momentos de amistad infinita.
Te recuerdo hoy con una sonrisa detrás de ésta ventana que se empapa de lluvia cuando llueve como pinta el cielo hoy, que huele a madera vieja y a vacío. Mi sonrisa está labrada de echarte de menos y de añorarte, pero hace un momento he escuchado tu risa y ha sido tan real, que parece que huele la habitación a ti y eso no puedo desaprovecharlo...
Donde quieras que estés, esta va por ti Pablo*
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