Debajo del agua hay dragones que con su larga cola agitan las gotas. Las lenguas de fuego adormecen mis párpados y entro en un éxtasis que me llena de asteroides y planetas. En aquellas galaxias veo pocas manos, pero son suaves y grandes y sé que me protegen. Aún así, miro mi pecho y algo falta, es una pequeña pieza, una extraña.
Vuelvo en mí cuando los dragones se han ido. El agua se ha parado y las lenguas de fuego son ahora humo. Un humo que danza al compás de mis pestañas... Suspiro, respiro y casi sonrio. En mí se ha dibujado un silencio, una respuesta y una pregunta nueva...
¿Qué se hacen con los pasos hacia delante que no pueden darse porque aún no es el momento?
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