13.6.12

haysonrisasquesalvanelmundo*

Vale, tú no me conoces. No sabes que sueño todas las noches y que despierto, todas, a la misma hora, las 4.44 de la mañana. No sabes que soy vegetariana desde hace casi seis años. No conoces las manías que tengo al cocinar, ni que me gustan los cordones de los zapatos de colores. O que detesto la ropa interior blanca. O que me encanta el olor del anis o de la dama de noche. No tienes ni idea de la de mañanas que he decidido seguir durmiendo pasadas las 12 y la de madrugadas que he seguido despierta pasadas las 5 enfrascada en algún libro en el que me olvido del mundo a menudo. No sabes que amo a Julio Cortázar por encima de todas las cosas, y que en parte por una promesa, escribo una novela que me está haciendo perder el juicio. No sabes que cuando voy al campo, me es inevitable mirar por todos lados en busca de Romero y que cuando lo encuentro, me quedo sonriendo, mirándole, sin poder arrancarlo porque me duele. Tampoco conoces mis ganas de conocer el Norte o las ansias por vivir entre huertos... O que cuando salgo de la ducha, me gusta secarme las manos lo primero. O que todos los días tengo que mirar la luna y hablar conmigo misma y resumirme el día. Y que tomo azúcar moreno con el café. Y que mi fruta es la chirimoya porque es divertida y hermosa. Y que me encanta decirle "gracias" a alguien mirándole a los ojos. Y los abrazos, las miradas, las sorpresas... Sabes? A veces, cuando me siento sola y estoy triste, paseo y trato de encontrar en alguna persona, una sonrisa con mi sonrisa, porque soy de las que cree que con una sonrisa se logra cambiar el mundo. Por eso te sonreí de aquella manera cuando te giraste, llorando, hacia mi. Te sonreí para que te dieras cuenta que llevaba más de un rato tratando de encontrar tu mirada en aquel cuadro que ambos mirábamos tratando de entenderlo, pero tú llorabas, bien triste, bien asustado y pensativo, no sé porqué. ¿Te confieso algo? Algo más, quería decir. Yo antes de entrar a ver todo aquello, también lloraba sola delante de un café, con aquellos 37 grados a la sombra. Pero decidí entrar a ver qué tal Marcel Dzama y te encontré. Te seguí y cuando te paraste, y me miraste, paré en seco y te sonreí. Y te sonreí de verdad, porque quería comerte... Quiero que sepas que estoy aquí; que soy una persona buena que intenta ser mejor cada día y que deseo con todas mis fuerzas ser feliz y hacer feliz a los que me rodean, eso está claro. Y si te sonrío es de verdad, porque lo necesitas y yo lo necesito, aunque no sepa quién eres, ni qué quieres, ni tus manías... Si, no me mires así, quiero quererte, lo sé, es algo que me has dicho sin decirme cuando me has rozado, sin saber, al entrar a este museo en el que hoy en día, no visita nadie... Corren malos tiempos para el arte contemporáneo, sabes? Si, no sigas mirándome así, yo soy así, me gusta dejar claro lo que siento para que luego no haya lios. Quiero quererte, lo entendes? quererte como nadie y comerte por dentro a grandes cucharazos. Eso es todo. ¿Tomamos un té? Ahora puedes irte... Si y muchas gracias por escucharme. (...) . . . Y me fuí, sabes? Me fuí con la certeza de que eras el hombre de mi vida y que ésa sonrisa te cambió para siempre.

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Mis mejores deseos para tí:

Que el eterno Sol te ilumine,

que el amor te rodee,
y la luz pura interior
guíe tu camino*

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