Abrir los ojos y ver como despierta la vida ante mi sin moverme. Ya no hay cajas, ni ruido, solo flores amarillas y marcas; marcas y brisa por toda la casa, como en las manos. Espacios íntimos, puerta al más allá de lo innombrable todavía. Quiero surcos en mis diques, muros derribados. Silencio y carne.
Carne carne carne. Suya y mía deslizándose más y más hasta evaporarse.
Ya no hay cajas, ni recuerdos. Solo comienzo y marcas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario