Afortunadamente una mano salada y larga me rescató y pude ver el mar y el cielo a través de sus ojos, como se ve el infinito en unas salinas sin gafas de sol, o como se entiende la vida a través del Amor. Entonces fue cuando respiré y entendí que no puedo hacer listas cuando no sé qué tengo o a dónde voy. Cuando mi identidad se tambalea como una vela mecida por un viento que no se supo predecir.
Y está bien, todo está bien cuando la vida decide por ti y te hace replantearte esquemas y pasos.
Pero claro... Bf!
A veces la vida no te deja ver más allá y todo eso del saber quién eres y qué quieres no es suficiente
Y hay huracanes de viento y lluvia salvaje golpeándote el rostro tras tanta deriva: creyendo tú ver tierra, veías espejismos y más aguas, sabiéndote tú mar bravo, eras débil lluvia de primavera.
Y de pronto... La nada. Cientos de risas en tus oídos, tú en un rincón, y un montón de monstruos oscuros comiéndote los espacios.
Es momento de cerrar las alas y quedarse quieta, Águila. Es momento de aquietarse para saber cómo rellenar lo que falta y vaciar lo que sobra.
Y entonces...
¡Ay entonces...!
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