Y yo llamo a la lluvia, con este piano que suena y el olor a tarde; con la magia que surge y el vino blanco rebosante en la copa. Llamo a mis ganas de volar, atravesando la ventana para envolverme en lo rojizos cúmulos del cielo de un Renoir más melancólico que nunca, en un mar sabroso de reencuentro e interioridad. Llamo a mi fuerza, para que me visite, par que esté en mí. Para que busque dentro la respuesta. Para ver.¡, ver mejor que nunca. Me regocijo en el silencio que da le sol ya casi ocultándose, en el color que pinta en el cielo, en mi mirada buscadora. Encuentro al paz más allá de todo esta bruma, del horizonte frente a mi, de la sierra, de la luz...
Si...
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