Recuerdo el ciervo en llamas que salia de las manos. La mirada perdida, las raíces del gran árbol susurrando. Puedo sentir tambien, el calor que desprendían las grandes piedras del cerro de los colores, repletas de aire y de desiertos. Siento sus escamas derritiendose en mi piel... Y mis alas floreciendo como margaritas. Tambien mis pies en zapatillas cogiendo el sabor de la tierra africana. O el metro de Milan y los desayunos en la casa encantada. Los paseos buscandome en calles que no conocia. Las palabras haciendome el amor en las entrañas. Mi boca de fruta, las embestidas.
Como son las cosas... mientras miro por la ventana inmensa, un vionchelo ha comenzado a contar historias de un pasado cercano... y se me ha ido formando un nudo de nostalgia y orgullo que contiene casi 25años.
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