Inequívocacarrerafrentealapuertacerrada*

Dispara, con tu lengua de fuego, y tu timidez extraña, las disculpas de la noche, como llenando de aire las distancias o tus manos frías, desarraigadas. Jugando a vivir. Jugando a nada... Mientras yo corro campo a través, hacia tus palabras. Tragándome el zumo de éstas naranjas amargas que me devuelves una y otra vez, y otra vez y una... Con la leve sensación de la locura de la indiferencia. Con el estrellato casi hermoso de nuestras causalidades. Donde habitan besos volátiles y feroces mordiscos del para siempre, del querer de comprender al rato, del busca oros de a veces. Donde no hay abrazos, ni amores o caricias, ni soles... Solo luna y enigma. Solo tus descofianzas y tu intriga. Solo mi deseo y tu mirada. La loca mirada de un murciélago que ve más de lo que quiere y huele la sangre solo cuando está cerca, frente a la absurda paciencia del águila; que es más de lo que intenta y siempre manifesta su gozo cuando (super)vuela por los cielos, surcando mares hasta de plata.