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Un espejo donde mirar, así son ésos ojos. Un cristalino espejo en donde encontrar a Dios, el amor de todas las cosas. Una puerta al más allá, una ventana a un mundo desconocido si, pero terriblemente bello... La libertad. Ésos ojos hablan de Libertad sin conocerlo el portador. Parece gritarla, repartirla mientras toca lo que toca, pestañeando las veces que lo haga... Adentrándote en ellos como quien se mete en un mar cargado de sueños repletos de alegrías.
Es inmenso el halo que dibuja alredor, éso que crea. Convierte una danza sagrada el mirar, el dialogar con el iris desde el otro lado, en un movimiento impecable, que se embellece aún más cuando ésos ojos inmensamente claros los mira, los toca, los suaviza. Como si más allá de aguantarlos, de verles mirar, de amarles mirando, se acabara la existencia atrapándose en si y haciendo más vivo lo que vive.

Lo curioso, lo bello de la historia, es que todo ha sido un espejo... Un suspiro, un reflejo donde dos aguas de puntos cardinales diferentes se han tocado y reconocido como aguas iguales. Unas aguas cristalinas que reflejan el espejo no solo en el mirar, sino también en las palabras. Un intercambio casual, de ésos que a penas son palpables en el reloj pero que marcan hitos, historias, tal vez anhelos-deseos-emociones, de elogios por parte de un ojo que mira y otro que recibe, un alma que entrega y otra que da más, si cabe, y así la cuadratura del círculo que nunca es incompleta pero es número  π+1 y viceversa. Un "menudos ojos", y "tú es que no ves los tuyos..." tan sencillos que apenas ha sido un susurro para tanta historia dicha....

¿Es eso amor a primera vista? ¿De veras? Wow!... El mundo empezó y se acabó después.