Acabas mirando a la gente como si estuviesen hechos de luces y colores. Bailas con la sensación de fundirte en ellos, dejando de ser quien eres para traspasar límites que en ése momento, apenas comprendes. El cuerpo está extasiado. La mente no es. Tu espíritu tal vez te ha abandonado; vuelve a ti tras vomitarlo todo. No eres nadie, tal vez nada. Un simple número con ansias y fatiga. Un trapo.
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