Manecillasyruido*

Silba la persiana. Afuera cientos de personas mastican luces y ruido; hacen lo que tienen que hacer porque algo les dijo que eso era lo por hacer... Acaso viven un poco. Del otro lado de la ventana está mi cuerpo un poco dolorido y cansado. Mi mente se fue, kilómetros abajo y no piensa volver, me dijo, en horas.. Tal vez días. En el aire hay como plomo que agarra los tobillos y no les suelta. Anclados, violentados, encarcelados.  Sin poder elegir. Sin poder volar.  Así todo es mucho más opaco. Huele a vómito (quizá sea el mio) y el ruido de fuera es más fuerte aún. El tiempo se para. El calor asfixia. La impaciencia perturba. Nada hace encender la lucecita de este aparato impredecible y frío que tengo entre las manos. Invoco a la lluvia, para no mojarme mientras. Pero la almohada empieza a hacer aguas y el sol no nace hasta mañana. Y no hay hoguera, ni ropa que me cubra. Ni horas, ni espacios más allá. Solo estas dudas, este viento que silba, este dolor de tripas... Acaso el ruido infernal de fuera, el calor africano y estas ganas de llorar.