pequeña

El sonido de una flauta travesera. Alguien pintando en cualquier parte. Una puesta de sol encima de un túnel. Interpretar las señales de los pájaros en el cielo. Rozarme con la gente en el metro. Sentir la circulación de la sangre y el bombardeo al subir una cuesta. Dar vueltas en medio de la calle para pensar mejor. El vaho de la tetera. Mirar a los ojos a la gente cuando voy caminando. Apagar una barilla de incienso poniendolo entre las manos y moviéndolo rápido. Las bombillas que dan color naranja, como en el casco antiguo de algunas ciudades. La sierra de Mijas desde cualquier lugar de Málaga. Las tardes en casa de María. La primera pompa con los chicles de melón. El ambiente en los debate después de acabar una película. Los pimientos rojos. El calendario de mi agenda y todas las anotaciones. El sillón de aquel rincón de la biblioteca. La mirada y el amor incondicional (por) de mi maestro. Sentir y ver la aguja de la máquina de tatuaje entrando en mi cuerpo. El olor de la gompa del centro Vajrayana. Las ventanas del tren. La bandera de mantras en la Stupa, sobre todo cuando hay viento y me pongo a mirarlas sentada en las escaleras. Las manos de María en las lilas del parque. Los dedos en la guitarra de quien me robó parte de mi cuerpo y esa sensación en mis ojos. Escribir frases de libros en la libreta de frases de libros. El sabor del azúcar glass. Cantar como loca en el coche. El sonido del aire pasando por los aros que cuelgan de mi oreja. Mirar los balcones viejos. Sentir el agua envolviéndome en la ducha. Bailar por las mañanas. El segundo después, como nunca, al abrir los ojos después de una meditación. La mesa redonda del local. Chupar la espuma del café en la cuchara. Sentir que encajo en (su) otro cuerpo cuando abrazo. Los pañuelos en el cuello. Las películas de media tarde. El sonido de las pulseras cuando pinto. La espuma de lavar los platos. El olor de Solete cuando se lava o las posturas de Milú al dormir. Ser la última en subir al avión y ver a todos, sentados, como en cuadro. La primavera en la playa y la arena en todas partes. Sentir que por un segundo, en cualquier parte, me siento conectada a todo.